El tiempo...
Lo lento y lo rápido que se hace sentir, las muchas maneras en que te da la cara.
Se manifiesta aunque tu no lo quieras, aunque trates de evadirlo.
Cuando quiere, te sacude la mente para que veas los objetos y con ellos, el paso del tiempo.
Su desgaste por el uso o el olvido.
Recuerdos almacenados en la conciencia universal, la oscuridad o en la luz
algunos compartidos y otros que solo tú recuerdas y nadie mas lo hace.
Ese momento donde tu observas, escuchas y te conectas totalmente con algo
y la persona a un lado tuyo esta fuera.
El tiempo que se debe disfrutar pero pasa fugaz, el tiempo en el que se sufre y parece eterno...
Quizá por eso algunas personas somos tristes, encontramos la eternidad en ese sentimiento y nos sumergimos en él hasta desaparecer, tristes pero gozosos.
Y escribimos para recordar el tiempo...
Para tener el recuerdo eterno en palabras sinceras, que riman e inspiran.
Castigamos o bendecimos el cuerpo con cicatrices o tatuajes que simbolizan
el pasado.
Ese pasado que llevamos a cualquier hora, cualquier día, cualquier año con nosotros.
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